EL SILENCIOSO LENGUAJE DE LOS ESPACIOS HABITADOS

Hoy quiero llevarte conmigo a sentir el silencioso lenguaje de un espacio habitado.

Cuando llamo a la puerta de una casa para realizar en ella la Terapia Ambiental, es como si entrara en un templo cuyo clamor sobrepasa los diferentes estadios del tiempo. Un respeto a no profanar esas paredes y a estar sumamente atenta al diálogo callado de lo que ha permanecido adscrito en otra realidad no tangible.

Aparentemente mis sentidos tan sólo captan la información visual de unos muebles, una decoración definida por su dueña y una estética que no es casual en absoluto.

Poco a poco, sigilosa ante el silencioso de la casa, voy empapándome de la vertiginosa información que anida allí. Mi cuerpo, aunque no sabe que aroma respira, si que responde encogiéndose, o sintiendo un dolor concreto en mi cabeza. Hay veces, que de forma súbita me atrapa una inusitada angustia y se me encoge el estómago cerrándose como un puño prieto. Mi cuerpo es el que detecta la carga energética de la vivienda o del negocio que visito, pero ignora a qué obedece dicha respuesta corporal.

Sentada y frente a la persona que es la que vive o trabaja en ese espacio, comenzamos a realizar el sencillo ritual de conexión con nuestro centro de Poder Interno y desde allí, es cuando se nos abren las compuertas de la VISIÓN.

Entrar en otro plano de consciencia para mí, es como pasar las hojas de un libro e ir desvelando el misterio que el autor de la novela, nos va narrando. Toda casa guarda un misterio tras otro. Cada rincón traduce una variopinta información sesgada de matices y de pequeñas o grandes connotaciones emocionales.

Más que adentrarnos, yo diría que las paredes se desnudan ante nosotras, conforme realizamos la Terapia Ambiental, mostrándonos sus entretelas, su dolor o su alegría, los pequeños matices que surcaron el tiempo en ese lugar y lo más importante de todo, lo que están dispuestas a soltar. Liberarse de las afrentas de hace siglos, o de los secretos de sus antepasados, es un acto de valentía, pero a la vez, de descanso y liberación, tanto a nivel ambiental, como para las personas que allí viven.

La casa nos llama, nos invita a entrar en una habitación u otra, contándonos sus secretos, cantándonos las virtudes de sus moradores o las luchas que allí mantuvieron sus antepasados, conquistadores tal vez de ese pueblo. Y ante nuestros ojos, el alma se rasga en perdones, o en ofrendas, pero todo tiene que quedar bien curado, el dolor de lo ajeno que se nos muestra, no es tan sólo para tener esa información, sino que es un acto de redención para subsanar nuestros errores o el de nuestros antepasados.

Liberamos del lugar y de la casa de aquellos pensamientos que empapelan las paredes como un enjambre de avispas que pinchas a sus inquilinos. Descargamos todo atropello emocional sufrido por las personas que vivieron anteriormente y poco a poco, al igual que una margarita le vamos quitando las hojas marchitas a la casa, de todo aquello que le angustia, atosiga o condena de alguna manera en su fuero interno, aunque ellos, muy a pesar suyo, no eran conscientes.

Nuestros cuerpos van asimilando la transformación que va sufriendo la casa y se sienten más ligeros, liberándose a su vez de la carga que atosigaba el ambiente y tenía cautivos a las personas que allí vivían.

Poco a poco, vaciamos de vacuo contenido cada habitación y en la recta final de nuestro viaje sideral por el interior de la vivienda, vamos apreciando como un hecho inédito, el sopor de las contracciones a las que está sometida la estructura de la vivienda por las características del terreno donde se encuentra construida. Y al igual que un cirujano, abrimos, quitamos lo que enferma y revitalizamos la zona con un nuevo impulso energético, con una fuerza voraz de Amor y de dicha.

Se le otorga a la casa nuevos Códigos de Luz,

cualidades de mayor frecuencia vibratoria que cincelan la nueva estructura energética que conforma la vivienda. La respuesta no tarda en aparecer y reiteramos un recorrido por la vivienda y sentimos un nuevo aire que refresca el aroma de la vivienda, incluso a veces, crece en tamaño, se muestra más expansiva tras liberarse de todo lo que la oprimía. Respiramos Paz, Silencio, Amor y la casa se muestra como una flor que se abre al Universo mostrando y exhalando su Elevada fragancia.

 

¿Te gustaría experimentar este viaje en tu casa?

Vivir una transformación dual, donde el cielo y la tierra se juntan para florecer y sumarte a ello, con tu propio cambio interior.